CAMBIO DE PLANES

La bici es lo que menos he podido entrenar por la sencilla razón de que no tenía lo más importante: ¡La bici! Una amiga, gran triatleta retirada momentáneamente para ejercer de mamá, me la dejó in extremis para que pudiera competir en Banyoles y la verdad es que las sensaciones encima de la bici fueron geniales, pero hay que entrenar mucho para sacarle más provecho.

Antes de marcharme 10 días de vacaciones (no me voy a llevar la bici a cuestas) quería hacer una salida de 40-50 km para empezar a probar los pedales automáticos y hacer distancias un poco más largas de las que hasta ahora había podido hacer en la bici estática del gimnasio (muy aburrido e incómodo).  Pero me encontré con el primer contratiempo: ¡La rueda trasera estaba pinchada! Y como soy novato y he ido a contrareloj, no tenía ni cámara de recambio ni hubiera sabido cómo cambiarla. Así que tuve que hacer un cambio rápido de planes, calzarme las zapatillas de running... ¡Y a la calle!

Llevaba un mes preparando el Triatlón Superesprint y eso suponía un esfuerzo corto, de 45-50 minutos, a una intensidad elevada. Pero ahora, con el Triatlón Sprint de Calafell en el horizonte, hay que empezar a subir los tiempos de entrenamiento, pues el esfuerzo será de entre 1h30min  y 1h45min.

La verdad es que después de Banyoles notaba los gemelos muy cargados, y no creo que fuera tanto del esfuerzo como de la tensión y los nervios acumulados por el debut en el Triatlón. Notaba que tenía que aflojar el ritmo para que no sufrieran los músculos y no me acabé de encontrar cómodo (eso sin contar lo que supone ir esquivando a la gente que sale a pasear en verano). Al final fueron 55 minutos de running a un ritmo suave, y solo espero que con el paso de los días las sensaciones vayan mejorando.

+Retos +km